¡Esclavos libres!

Parece ilógico ser esclavos libres, pero al salir de las tinieblas del pecado y venir a la luz de Cristo, pasamos a ser siervos de Él por amor.

El diablo esclaviza, oprime, no abre la puerta a sus presos, es cruel y su fin es muerte.

Mas ser esclavos de Cristo es sumisión voluntaria y consciente, de servicio, entrega, disposición y dedicación.

Romanos 6:22 dice:
«Pero ahora, habiendo sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como resultado la vida eterna.»

¡Qué privilegio ser llamados siervos de Cristo!

Somos comprados a precio de sangre, y yo cedo mis derechos con deleite para agradarle, obedecerle y hacer su voluntad con amor.

Gálatas 4:7:
«Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo.»

Dios es nuestro Amo, Dueño y Señor. Un Señor amoroso, compasivo y justo.

El apóstol Pablo se hacía llamar a sí mismo “esclavo de Jesucristo”; él gozaba de libertad en esa relación con su Señor.

¿Y tú… ya reconociste su señorío y autoridad sobre tu vida?

¡Vive para Dios! ¡Vive en libertad!