
Por: Damarys Monserrate de Misión UVA Ministries
Y lloré de alegría mientras gritaba en el interior de mi ser: «¡Soy libre!», «¡Soy libre!»
Un 26 de diciembre de 1995 experimenté cómo una carga se desprendía de mí y luego un gozo se derramaba en mi ser. Tenía 18 años cuando hice de Jesús el Señor de mi vida.
Vivir físicamente en la libre comunidad e ir hacia donde uno desee no es libertad.
Cuántos caminan presos de un evento traumático, vicios ocultos, odio en el corazón, vidas religiosas sin relación con Dios, ataduras tecnológicas, autoestima rota, falta de perdón, pensamientos de muerte, temores incontrolables, corazones vacíos de fe, sin propósito y con pensamientos sin fruto.
Escucha… Existe un futuro esperanzador para ti y para los tuyos.
Hoy se abre la puerta de la prisión espiritual, emocional y aún física si estás enfermo o enferma.
¡Buenas noticias! Para esto vino Cristo (1 Juan 3:8): para destruir, desligar y soltar la carga del pecado y toda influencia del diablo que esclaviza y no te permite vivir ni avanzar.
Hay libertad para los oprimidos, heridos, angustiados, religiosos, con ira descontrolada, malos hábitos, temor a la muerte y corazones quebrantados, etc., etc.
Camina de la mano del Libertador, Salvador, Dios de planes de bien, quien tiene para ti un futuro glorioso.
¡Jesucristo es su nombre!
Gálatas 5:1: «Firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres…»
¡Si eres libre… mantente libre!